Exposición 'El Jardín de los encuentros', una propuesta de Jerónimo Maldonado

Regresa Jerónimo Maldonado. Y regresa con esta exposición homenaje a Antonio Padrón ahora que se cumplen los cincuenta años de su muerte. Regresa a su casa. Al jardín dorde guardan vela las gacelas de África.

Regresa nuestro hombre, pintando los versos de Nicanor Parra con los colores primeros. El azul de Oramas. El rojo de Felo. El amarillo de Ackermann. Los ojos de Jero.

Regresa Jero y presenta apenas 16 papeles seleccionados entre más de docientos realizados en los últimos meses. Porque nuestro hombre pinta cada mañanda. Acodado en el balcón de su casa, Alongado sobre una plazoleta que, ruidosa, se abre a un bar de fútbol televisado. Se sienta, al sol de la mañana (si no sale el sol, no pinto -le advierte) y escucha el canto enjaulado de Paparotti, su canario. Jero enfrenta el block de papel Fedrigoni de 200 gramos, apoyado sobre el respaldo de otra silla que le sirve de caballete. Entre las piernas, un plato en frágil equilibrio en donde se funden los acrílicos. Luego, un preciso y estudiado movimiento de la mano sobre el papel. Suelta el pincel y se echa el primer Krüger de la mañana. Pintura esencial. Al lado, un vaso de agua. Silencio.

Regresa Maldonado, devolviéndonos en esta breve muestra a los encuentros que pueblan su mundo. Personajes que deambulan entre una manigua de sombras amarillas. "A recorrer me dediqué esta tarde / las solitarias calles de mi aldea / acompañado por el buen crepúsculo / que es el único amigo que me queda" ("Hay un día feliz" de Poemas y Antipoemas de Nicamor Parra, 1954). Sabe Jero que la pintura -como la vida- es polvo de sendero, encuentro breve y lárga pérdida. Espacio en el que se instaló hace ya muchos años -desde su primera individual "Cercados del Silencio"- para escuchar el canto del mirlo entre las sombras. Regresa Jero.

Piezas como ‘Homenaje a Antonio Padrón’, ‘Bestiario’, ‘Tres junto a la fuente’, ‘Goros de luz’ o ‘La princesa de los ojos de Sol’ traen consigo una nueva lectura de ‘El jardín perdido’, una de las imágenes recurrentes en la trayectoria de Maldonado, según subraya el crítico de Arte Franck González.

Según añade González, la exposición pone ante el público “un jardín dotado de bestiario propio, de animales fantásticos y de seres mágicos que acusan la huella de Óscar Domínguez y de Juan Ismael”. 

Maldonado se formó en la Escuela Luján Pérez. Allí traba relación con Felo Monzón y con el escultor Emilio Padrón. Tras cumplir el servicio militar (1982-1983), expone por primera vez en 1984. Ese año comienza a frecuentar el estudio de Rudolf Ackermann, relación que mantiene hasta la muerte de este en 1997.

Acude a los Talleres de Arte Actual celebrados en la Sala san Antonio Abad impartidos por Juan Genovés, Jordi Teixidor, José Hernández y Joan Hernández Pijoan en 1986; y por Nacho Criado en 1987. En 1988 y 1989 amplía estudios de grabado en el Centre Internacional de Recerca Gràfica de Calella, Barcelona. En 1990 se interesa por la electrografía y el fax art, siendo becado por el Museo Internacional de Electrografía de Cuenca (MIDE).

A comienzos de los noventa produce algunas escenografías para el Teatro Pérez Galdós. Desde entonces su trabajo ha sido la pintura, el dibujo –ha ilustrado numerosos títulos- el grabado y, desde 2009, la cerámica.