Gracias Lola. Una propuesta de Raúl Mendoza

Del Viernes 2 de julio al 29 de agosto

Dolores Rodríguez Ruiz es, más que hija de su tiempo, heredera de la tradición de las oligarquías rurales de Canarias, donde, más allá de lecturas maniqueas, la importancia del capital social y el progreso de sus comunidades, jugaba un papel crucial en su modo de vida.

Sin Dolores Rodríguez, Antonio Padrón hubiera sido otro Antonio, y su obra, hubiera sido otra.  No sólo jugó un papel esencial en la educación afectiva de su sobrino, sino que mantuvo y alentó sus estudios, auspició sus creaciones y posteriormente, donaría su obra para la creación de un museo público. 

Si fuera solo por el número de escritos y teorías sobre su legado y su persona, cualquiera se sorprendería al descubrir que su producción fue tan corta y la difusión de su obra, tan escasa.

Y sin embargo, en el noroeste y especialmente en Gáldar, es considerado un icono del arte de vanguardia al mismo nivel que Luján lo fue para la escultura en la edad moderna.

En este fenómeno jugaron un claro papel nombres propios que idearon y culminaron la creación de su casa museo y propagaron después su obra y su personalidad como profesores y como artistas; de modo que, aunque la personalidad del autor destacó con fuerza en la Gáldar de su momento,  contribuyeron, a partir de sus particulares visiones de Padrón, una suerte de mito en el que se entremezclan arquetipos como Narciso, Teseo o Ícaro.

En este sentido, la propuesta expositiva es una invitación a la historia del museo y la generación de las imágenes que hoy se tienen del pintor y de su obra.